Con un poco de casualidad y un poco de intuición, encontré
una foto tuya en la web. Te vi y temblé, la imagen salio de la pantalla, se
teletransportó a mi living y luego a mi cama. Cerré los ojos y tu olor estaba ahí…
intacto. Tu voz sonaba como una melodía clara que me acariciaba, tus ojos me
miraban fijos con esa calma aparente y ese deseo que no sabias contener. Abrí
los ojos de repente y seguías ahí… pero en la pantalla, quieto. Pensé en no
pensar y escribirte, decirte que te deseo,
contarte que quiero verte, sentirte, escucharte, pero por sobre todo que te
deseo y vos muy bien sabes a que me refiero. Pero no, eso no va a pasar, por
eso yo… escribo acá.
Hoy, primer viernes de julio del corriente año, puedo decir
con certeza que me gustaría cerrar los ojos de nuevo y tenerte acá… delante mío,
y que en el instante suceda el deseo sin pensar en absolutamente nada más.